ASESINOS EN SERIE


Sucedió en el año de 1888 en el barrio de Whitchapel durante varias noches en las que aparecieron varias mujeres asesinadas por un personaje anónimo que se bautizó a sí mismo como Jack el Destripador según las cartas que enviaba a la policía firmadas “desde el infierno”, en las que se regodeaba de sus macabros actos.    Finalmente, El destripador desapareció tras poner en y nada volvió a saberse de él, desde ese entonces, mucho se ha especulado sobre su identidad.   Jack se ha vuelto uno de los personajes más famosos de la historia del Siglo XIX, en la que los métodos forenses para la resolución de un caso parecían algo futurista.  Hoy día, aún existen decenas de casos sin resolver, en los que la identidad del asesino sigue siendo un misterio.   Uno de los casos más semejantes al de Jack el Destripador fue el del asesino del Zodiaco, en que el rostro del asesino sigue sin identificarse, y éste también había enviado cartas a la prensa.     En Londres entre 1964 y 1965, apareció un asesino que se hizo llamar “Jack the Stripper”, intentando parodiar al pseudónimo que utilizó “Jack el Destripador”,  sus casos fueron conocidos como “los asesinatos desnudos”, debido a que sus víctimas, siempre prostitutas de entre 20 y 30 años, aparecían desnudas en las calles de Londres, o flotando sobre el río Támesis, después de haber sido estranguladas, en el mejor de los casos.     John Du Rose, el investigador de Scotland Yard que llevaba el caso, llegó a barajar una lista de 7000 sospechosos. Ante el desconcierto de aquellos sucesos, organizó una rueda de prensa para anunciar que la policía había reducido a 20 el número de sospechosos. Aquello no era más que un intento de amedrentar al asesino, pues no era cierta aquella drástica reducción de sospechosos. Para continuar con su plan, días después volvió a organizar una nueva rueda de prensa, anunciando que el número de sospechosos se había reducido a 10, y poco tiempo después aquella supuesta lista se redujo a 3 sospechosos.  El plan funcionó, pues Jack “The Stripper” no volvió a actuar después de aquellas ruedas de prensa.   Uno de los principales sospechosos era Mungo Ireland, un guardia de seguridad escocés.   La causa principal fue que en el escenario del crimen de algunos asesinatos se encontraron restos de pintura que al parecer coincidía con una pintura industrial que había en la empresa en la que Mungo trabajaba como vigilante.   Mungo Ireland acabó suicidándose por intoxicación de monóxido de carbono, debido a la gran presión de las acusaciones. Y aunque muchos sostenían que él era el principal sospechoso, posteriores investigaciones mostraron que estaba en Escocia cuando una de las víctimas había sido asesinada.     Otro macabro personaje que siguió este camino fue el “Destripador de Lisboa”, en 1993. El diario “El País” publicó aquellos sucesos en su edición del 26 de marzo de aquel año, bajo el impresionante titular: “Jack el Destripador resucita en Lisboa”. El psicópata había asesinado a 3 prostitutas de entre 20 y 27 años en las calles de Lisboa; habían sido estranguladas y destripadas, esta vez no con instrumental quirúrgico, sino con un cuello de botella roto, lo que provoco una auténtica situación de pánico en la capital de Portugal, y comenzó a especularse con el origen de aquellos asesinatos, llegándose a hablar de rituales satánicos. Incluso, algunas prostitutas especularon con que el asesino podía haber sido un antiguo cliente que había sido contagiado de sida por alguna de ellas.  Lo cierto es que nunca se obtuvo ni una sola prueba en el escenario del crimen, y tal y como apareció, aquel personaje desapareció para siempre.      El libro: “Introducción a la psicología forense”, de Enrique Esbec Rodríguez, contiene una lista de países con mayor número de asesinos seriales en los que Estados Unidos encabeza dicha lista con un 76% del total de asesinatos en serie y en Europa tendrían lugar un 17% de estos sucesos.  Será estimado lector que los grandes medios que existen actualmente y la excelente preparación de los equipos mejor cualificados para la resolución de estos casos ha hecho disminuir el número de sucesos sin resolver, sobre todo desde 1960 a esta época, pero no han conseguido erradicarlos por completo, y aún hoy existen incógnitas en casos de importante magnitud. Por ejemplo, los casos del “estrangulador de Cincinatti”, el “acechador nocturno”, o “el hachero de Nueva Orleans”.  Y es que si uno lo piensa, es inquietante pensar en esas fichas amarillentas, huérfanas de la fotografía de un culpable. Pero mucho más terrible es pensar que esas personas que tiempo atrás cometieron crímenes de una brutalidad inimaginable, puedan estar caminando todavía hoy entre nosotros.
 
 
 

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