El día 13 de noviembre de 1974, un joven de 24 años, llamado Ronald DeFeo, Jr., asesinó a toda su familia mientras dormían en sus camas, con un rifle de gran calibre, alrededor de las 3:15 de la madrugada, todos yacían boca abajo, con la cabeza reposando sobre sus brazos en cruz y un disparo en la espalda, menos su madre a quien le disparó en la cabeza. Tras la matanza, recogió toda su ropa manchada de sangre, la funda del rifle y unas balas del arma, y lo introdujo todo en una funda de almohada, que posteriormente encontró la policía en una alcantarilla llena de hojas secas. Después de aquello, Ronald se fue a un bar de su barrio y le dijo al chico que trabajaba ahí, que alguien había disparado a sus padres. Cuando la policía llegó a la casa y descubrieron los seis cuerpos consideraron a Ronald como el principal sospechoso, ya que era la única persona de la familia que no había sido asesinada y fue sometido a juicio. Durante el interrogatorio, dijo que unas voces que él escuchaba en su casa le habían obligado a hacerlo, afirmación que resultó absurda para el juzgado, ya que Ronald tenía un pequeño historial delictivo y de drogas. El joven fue condenado a cadena perpetua sin libertad condicional. Esta historia puede parecer muy común, sin embargo, el 28 de diciembre de 1974, cuarenta y cinco días después de los asesinatos. Otra familia, compuesta por el matrimonio de George y Kathy Lutz, se mudó al lugar donde había ocurrido la masacre debido a que la casa, espaciosa y de muy bonita arquitectura, estaba a la venta a un precio excepcionalmente barato, por lo que decidieron olvidar los violentos hechos ocurridos con antelación y compraron el inmueble, aunque solamente pudieron ocuparlo unos días debido a los extraños fenómenos que empezaron a ocurrir mismos que incluían la aparición una figura espeluznante cuyo rostro se imprimió en fuego sobre la pared de ladrillos del hogar, un frío glaciar en la casa aunque el termostato estuviese a una temperatura superior a 20 °C, la aparición de cientos de moscas en la ventana, a pesar de que estuvieran en pleno invierno, la puerta se abría y cerraba continuamente haciendo un estrepitoso ruido. Finalmente los Lutz debieron abandonar para siempre la casa. El hecho es que después de un año, la casa tenía nuevos dueños, James y Barbara Cromarty y ninguno de ellos ha visto o experimentado algún fenómeno sobrenatural. Los únicos problemas que han tenido son de la gente que desea ver la casa del Horror…

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